Brindis

Recojo cada tarde
vocablos que el otoño
va dejando caer sobre mis dedos,
palpando en el teclado.

Mi memoria evoca tus silencios
las palabras que nunca pronunciaste
para no herir.

Yo te doy la voz que te usurparon,
para gritarlas
hasta quedarte ronco y sin aliento.

Te doy el aliento para seguir
el rumbo, por la senda angosta.

Te doy la estima inalterable.

Te doy las herramientas
que supriman la infamia de las voces
lanzadas como espadas contra ti,
eliminar de golpe
el ansia estoica de la eterna lucha
incoherente.

Te doy las claves para descifrar
el motivo de mil odios ruines,
la envidia enmascarada,
la ira que lacera,
la soberbia que mata.

Te doy mi mar, mis vientos.
Te doy mi paz.

Hoy día, como todos los días,
hacemos nuestro brindis.