Antologías

Paciente 23

Veintitrés historias diferentes escritas en el cuaderno de una paciente cuyo nombre no importa…

Páginas 65 y 66.
Alias ediciones.

Historia 12

Querida Paciente 23:

Nunca en mis visitas al hospital había entrado a la cafetería. Mis prioridades son otras, pero me he sentido un poco mareada y he decidido venir para tomar algo caliente y reconfortante en este día aciago, después de la muerte de mi hermano. Ha sido entonces cuando he visto en la mesa de al lado este cuaderno como abandonado y, al cogerlo para entregarlo al camarero, se ha abierto ante mí como una flor esperando que leyera algo que había escrito en su interior.
Se ha despertado mi curiosidad y he decidido leer en el principio algo que había escrito la Paciente 23, y lo que he leído me ha hecho estremecer. Por eso, acepto tu invitación a escribir en este cuaderno para contarte i historia. Creo que eres una mujer que necesita comunicarse y yo, también. ¡Qué más da que lo hagamos yendo a tu habitación o escribiéndote por aquí! Todo es válido cuando se trata de empatizar y colaborar en tu magnífica idea.
Soy una mujer que ha trabajado muchos años, una mujer del montón a la que le encanta la vida. He vivido etapas muy buenas y otras malas, cada cual con sus consecuencias. Soy vital y me gusta mucho sonreír o reír, la alegría es para mí necesaria, en mi trabajo de docente siempre estoy contenta y en mi clase, el alumnado termina por contagiarse.
Vengo al hospital asiduamente para visitar a personas que necesitan algo. A veces, solo quieren que las escuche, otras, que les hable de cosas que preguntan con curiosidad. Algunas necesitan que las lleve del brazo o apoyarse en mí para pasear por los pasillos del hospital. Hay quien solo puede esbozar una sonrisa cuando llego, y desea que le coja la mano y se la acaricie hasta que me vaya; también están las que precisan una palabra de aliento para seguir y poder volver a sus casas, al menos una vez más…
Mis visitas comenzaron después de morir mi marido, años ha. Sin él, y con los hijos trabajando lejos de casa decidí que podría ser de utilidad a los demás haciéndose voluntaria para venir al hospital por las tardes y dar algo de mí, algo que me sobraba: alegría.
Todos me preguntan el porqué de mis visitas a ellos y a otras personas. Les respondo que no lo sé, que un día me vino al pensamiento compartir mi vida y mi alegría con quienes la necesitaran o simplemente quisieran.
Hay un refrán que dice que la alegría compartida es doble alegría y que el dolor repartido es medio dolor.
Querida Paciente 23, me llamo Carmen María. Me gustaría conocerte y hablarnos mirándonos a los ojos. ¿Quieres ser mi amiga? Le dejo al camarero mi número de teléfono para ti, por si decides aceptar mi propuesta.

Carmen Salas del Río.

Compra cultura, compra poesía.