Mediterráneo

Pero se supo que la sexta luna
huyó torrente arriba
y que el mar recordó ¡de pronto!
los nombres de todos sus ahogados.

Federico García Lorca

Quisiera ser capaz,
de borrar de tus aguas
la aflicción y el tormento
que late en tus entrañas.

Transformado
en un mar de naufragios
cementerio del horror
de guerras sin cuartel por subsistir.

Esa fosa común
a la que nadie nombra,
la que tantos olvidan.

Audaces náufragos
sucumbieron al tren
de imperiosos deseos,
mojando su desgracia
en un mar que los desahució de vida.

¿Adónde caerán con las corrientes
sus cuerpos yertos?,
¿Acaso habrá un lugar
que atesora, quebrados,
sus anhelos?

Ya las cuencas vacías,
ya los sueños ahogados
en el inmenso mar

Mediterráneo,

desde donde quisieron comenzar
a olvidar, el sonido de las bombas,
el rugido del hambre,
de la sed y la muerte.

Dejar atrás la indolencia

de vivir in esperanzas.

Inventar el otoño

«Venceremos la sed de la palabra.»

A Luis Miguel Sanmartín
poeta, amigo y sobre todo, persona.

Aquél día de un tormentoso octubre
de vientos, lluvia y hojas amarillas
me despedí en silencio del trabajo.

Sin palabras, ni una mirada última.

Las manos vacías, el corazón
atribulado y el alma cargada
de risas infantiles y caricias.

Cuantiosas cartas de amor y de abrazos
de brazos pequeños y ojos grandes.

Desde aquél día me tocó inventar
otra historia para mi tiempo inédito
en el flamante otoño de mi vida.

¿Qué sería ser dueña de mis horas
en esa mi espesura de emociones,
y oprimidas congojas?

Poner orden en casa y los cajones
primer reto como ama sin horarios.

El viejo portátil colega fiel
del trabajo fue también jubilado
de archivos escolares,

para explorar rincones olvidados,
desempolvar pretéritos archivos
y de archivos coetáneos saturados
haciendo de la poesía verdad.

Inventar el otoño me salvó.

Venceremos la sed de la palabra.