Carmen Salas

Dar voz a mi interior

La poesía para mí siempre ha sido un arte, un vehículo expresivo con una bella estética donde ritmo y musicalidad se unen a la palabra escrita. He escrito poesía desde los 12 años, a esa edad la poesía me fascinó y ya escribir poesía se hizo en mí necesidad y vocación, aparte de un disfrute.

Dar voz a mi interior para también para transmitir vivencias, traumáticas o felices pero siempre trascendentales, ya sean propias o de otras personas.

Mi inicio

Don Enrique

En mi caso hubo una persona fundamental, que fue la que me inoculó el gusto, primero, y luego la fascinación por la poesía y la pasión por escribirla.

Fue mi profesor de literatura, Don Enrique, cuando estaba cursando 2º de bachiller elemental. Él se percató de mi admiración y entusiasmo por aprender las reglas de la métrica y artificios literarios, que yo luego practicaba en casa.

Don Enrique, llegó un momento que me prestaba sus libros, un libro de poesía cada semana; así descubrí de su mano y su magisterio, con un orden cronológico perfecto, a poetas como Góngora al que yo intentaba imitar.

Siglo a siglo

Generación del 27

Luego llegaron otros poetas, siglo a siglo hasta la generación de 27 donde ahondó más y me fue transmitiendo estrategias para componer y compuse hasta más o menos, los dieciocho años, cuando entré en la Universidad. Y yo iba guardando rudimentarios poemas, estrofas que creaba para utilizar en poesías que elaboraba más tarde, cuando cuajaba una idea. Todo quedó guardado hasta años después de haber criado a mis hijos, estudiando siempre nuevas didácticas educativas que año tras año iban saliendo como novedosas, hasta llegar a pagarme por mi cuenta, estudios sobre medios audiovisuales e informáticos.

Luego llegaron los MOOC online y gratuitos donde aprendí muchas herramientas imprescindibles para la innovación educativa, entre ellas el uso de aplicaciones que daban visibilidad a los trabajos del alumnado a través de los Blogs Educativos y el uso de webs informativas que utilizábamos, hasta mi jubilación en 2015.

Quiero decir con todo esto que el aprendizaje continuo requiere mucho tiempo y sacrificio a costa de mis propias inquietudes poéticas, que solo en pocas ocasiones (veranos) podía retomar.

Compra cultura, compra poesía.