Antología poética. Ediciones De Sur a Sur.
Antologías
Instrumentos de Paz
La Paz, esa gran ignorada
Vuela el equilibrio entre los hombres
sobrevuela las partes en las sombras
y no vuelve y se impide el propósito,
sucumben metas de vida pacífica
salta por los aires la convivencia
social, la calma y la capacidad
del adecuado manejo y final
de los conflictos.
Trozos de tranquilidad y quietud,
bienestar y estabilidad truncadas
emergen quebradas por la avaricia,
por extremismos locuaces, devotos
y acaban enterradas por la sangre
que corre en ríos de dolor y muerte.
Voy de salto en salto por los pretiles
de las azoteas, busco tolerancias
bajo el cerco brumoso de la Luna
los tendederos se arquean en látigos
alzados para doler, retorcidos.
Y elaboro barricadas tenebrosas
allí escondo el dolor que no se fue
que alejan las curiosas miradas.
De reojo vigilo confundida
en la niebla, como en tierra de nadie
y fue entonces cuando donde la paz
no había nevado nunca, nevó
tan blanca la prístina intermitencia
de su armonía lenta y contagiosa,
de su níveo silencio marchitado
y vuelta a resucitar discontinua
entre los anhelos de hombres de paz,
mujeres tenaces en cantar la vida.
Paz,
bajo su piel segura se diluye
el miedo, cegando el fragor de bombas,
de obuses,
los torpedos
y disparos.
Avanza la paz entre los soldados
(enteros pertrechados para la guerra),
las palabras rotundas que profieren
tras la prueba forzada en un combate
que los obligaron a soportar.
Vuelven aires de paz, van solventando
contratiempos, vieron morir a niños
y ancianos complacientes, los reciben
con hambre, miedo y suciedad, perdidos
esperando una mano socorrida.
Vuelve, Paz, llena las conciencias huecas,
mueve las ruecas con tus hebras calmas,
trenza azules que se unan al azul
del cielo y el mar y al verde de la Madre
Tierra, que comience ese balbuceo
alegre de la Paz naciendo bella.
Una vez más.