Cuando se hallaba el mundo a punto
de que el prodigio sucediese
cuando tenía cada día
un ritmo nuevo y diferente
José Hierro
«Por las mujeres de antaño,
por las del presente,
por las del futuro.»
Cuando se hallaba el mundo a punto
de que el prodigio sucediese,
la tortura que acaece súbitamente,
me obliga a escribir.
Por las mujeres del frio,
escribo por su desagravio,
por su justa causa,
por la vetusta lucha
derrengadas por un trato inferior,
Cuando el mundo medra presuroso
hacia una vida superior,
debo escribir.
Por aquéllas que trabajan tan duro
con un sueldo escaso,
por las que tras un día agotador
asisten a sus hijos en los deberes,
los asean y educan
mientras cocinan, limpian y friegan,
por las que enferman y siguen la senda
del periplo: conservar el trabajo.
Cuando el mundo sueña
construir una paz eterna,
necesito escribir.
Por las que aguantan
groseros alaridos etílicos
y ya dormidos, calladas limpian
vómitos, orines o heces,
por las humilladas a golpes
de bofetadas, de empujones
contra todo, heridas,
hasta el vahído.
Cuando el mundo cada día
abría sendas hacia la libertad,
me exijo escribir.
Por las desamparadas
que ni tienen donde ir,
ni quieren abandonar a su suerte
a sus hijos, a su sangre,
por las violentadas,
por las que han sufrido secuestro
en su propia casa,
por las extorsionadas,
por las que han sufrido perturbación,
por las acosadas.
Cuando la luz se va apagando definitiva,
escribo rebelde.
Por las que se han rebelado
ante la injusticia,
por la mujer estratega a su favor,
Por las que han perdido la fe,
por las que padecen el asesinato de sus hijos.
Por las despojadas de su propia vida.
Por ellas, por mí,
he roto demasiadas lanzas
y lo seguiré haciendo,
por las eternas razones de la igualdad
y la no – violencia.