Relatos

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Creativos enredados.
Publicación solidaria con el Banco de Alimentos.
Ediciones embrujo.

La araña y el pensador

¿Cómo no se le ocurrió antes? Las ideas brillantes suelen salir cuando menos te lo esperas o maduran durante un tiempo antes de flotar ante la luz. Rodin esculpió su pensador. Se le ocurrió un grato día en que su mente lúcida esplendió imágenes que podrían configurar una gran obra escultórica. Y salió ganando entre todas la imagen del pensador, que le hizo inmortal para el Arte.

Eran amigos de Rodin, un matrimonio marchantes de Arte que tenían una hija que siempre pintaba arañas y a Rodin le llamaba mucho la atención porque intuía que esa niña era poseedora de un sexto sentido nunca antes apreciado por nadie. Lo vio en el brillo de sus ojos. La niña Louisse, pintaba arañas muy grandes, tan grandes como le permitía el papel que tuviera entre manos. Y siempre eran muy negras.

A Rodin le preguntó cierta vez cómo esculpía los ojos y Rodin le dio toda una clase magistral de técnicas que le ayudarían a esculpir tanto ojos como demás partes del cuerpo de hombres y animales.

Louisse siguió dibujando arañas una y otra vez, parecía que no le satisfacía ninguna y volvía a dibujarla, así durante años. Con el tiempo , la niña creció en cuerpo, alma, conocimientos, sobre el mundo y cómo no, las arañas y creció también el brillo de sus ojos. Hasta que llegó el día de su último dibujo, su última araña, con una anatomía y un trazado que consideró perfecto para comenzar el esculpido de la que sería una obra maestra que le daría fama, pero sobre todo, la satisfacción, que era lo que en realidad perseguía.

Louisse esculpió su araña perfecta y fue colocada en el patio trasero del Museo Guggenhein de Bilbao. Ella estuvo pendiente de su colocación, de su posado, hasta que estuvo colocada a su gusto, mirando la araña con sus ojos ciegos, hacia donde ella quería. Terminaron la colocación pactada y pidió quedarse a solas con ella.

Cuando todos se fueron se colocó frente a su obra mirando fijamente a sus ojos huecos, transmitiéndole buena parte del brillo de sus propios ojos.

Cuenta la leyenda que dentro del campo de visión que tiene la araña, quien pasa por allí y la mira a los ojos, esta le transmite a su vez parte del brillo que le donó Louisse, hasta que se le agote, no se sabe cuándo.

En un pozo

¿Cómo no se le ocurrió antes? Las ideas brillantes suelen salir cuando menos te lo esperas o maduran durante un tiempo antes de flotar ante la luz. Rodin esculpió su pensador. Se le ocurrió un grato día en que su mente lúcida esplendió imágenes que podrían configurar una gran obra escultórica. Y salió ganando entre todas la imagen del pensador, que le hizo inmortal para el Arte.

Eran amigos de Rodin, un matrimonio marchantes de Arte que tenían una hija que siempre pintaba arañas y a Rodin le llamaba mucho la atención porque intuía que esa niña era poseedora de un sexto sentido nunca antes apreciado por nadie. Lo vio en el brillo de sus ojos. La niña Louisse, pintaba arañas muy grandes, tan grandes como le permitía el papel que tuviera entre manos. Y siempre eran muy negras.

A Rodin le preguntó cierta vez cómo esculpía los ojos y Rodin le dio toda una clase magistral de técnicas que le ayudarían a esculpir tanto ojos como demás partes del cuerpo de hombres y animales.

Louisse siguió dibujando arañas una y otra vez, parecía que no le satisfacía ninguna y volvía a dibujarla, así durante años. Con el tiempo , la niña creció en cuerpo, alma, conocimientos, sobre el mundo y cómo no, las arañas y creció también el brillo de sus ojos. Hasta que llegó el día de su último dibujo, su última araña, con una anatomía y un trazado que consideró perfecto para comenzar el esculpido de la que sería una obra maestra que le daría fama, pero sobre todo, la satisfacción, que era lo que en realidad perseguía.

Louisse esculpió su araña perfecta y fue colocada en el patio trasero del Museo Guggenhein de Bilbao. Ella estuvo pendiente de su colocación, de su posado, hasta que estuvo colocada a su gusto, mirando la araña con sus ojos ciegos, hacia donde ella quería. Terminaron la colocación pactada y pidió quedarse a solas con ella.

Cuando todos se fueron se colocó frente a su obra mirando fijamente a sus ojos huecos, transmitiéndole buena parte del brillo de sus propios ojos.

Cuenta la leyenda que dentro del campo de visión que tiene la araña, quien pasa por allí y la mira a los ojos, esta le transmite a su vez parte del brillo que le donó Louisse, hasta que se le agote, no se sabe cuándo.

Compra cultura, compra poesía.