Desde que nacemos vamos caminando por la vida, cada cual con los padres que le tocan, con las circunstancias que convergen en su aún minúscula vida, sin haber podido elegir ni el cuándo, el cómo y el dónde.

Nada es consciente en nuestro ser hasta que crecemos en cuerpo y alma y poco a poco vamos caminando y tomando conciencia de nosotros mismos y nuestro entorno. Todo es vacío hasta que lo llenamos. Nada creemos entonces que nos detendrá en nuestros deseos y nuestros sueños, así vamos eligiendo poco a poco, hacer lo que a nuestro, todavía corto entender, queremos hacer para llegar a conseguir las metas que vayamos eligiendo.

Elegir, deber y poder elegir, es el camino que recorreremos junto a otros seres queridos, cercanos, tal vez ya amigos y compañeros del camino hacia la vida. Es así como llegamos a «ser» en un mundo que siempre podrá condicionarnos. O no.

 

SOY

 

Soy el alma ensanchada
por el conocimiento
del fluir de los años.

Soy mente que cavila
ágil diligente
para no sucumbir ante la vida.

Soy la ventisca que renueva el aire
impuro adulterado
y los pensamientos equivocados.

La llamarada que intensa devora
con furia
sin miramientos
la angustia y desazón.

El lento alud de nieve
que sepulta conflictos
del espíritu.

La tormenta de agua
que hace resbalar
el intrincado agravio.

Soy el mar que súbito purifica
palabras arrojadas con desdén
en mi jardín.

Soy alegría
si a tu vida me invitas.
Y la luz
si me hablas con verdad.

El trinar de los pájaros
si con la bondad vienes.
Y un susurro fiel de caracolas
que guardo para darte

la bienvenida
como meliflua música
en tus oídos.

 

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