Cantando a un mar donde eché los dientes nadando entre sus aguas.
EL MAR, LA MAR
La mar, el mar y sus reminiscencias
embaucan mi razón.
Luminosa. Recupero
la mar de mi niñez
el mar de juventud.
Con sus cantos rodados
sus conchas irisadas
rumores de oleaje.
Voy hundiendo
mis pasos en la orilla
sobre la arena mojada
donde mueren las olas.
Vuelve la remembranza
de profusos colores
como el verde oliva
cuando estaba revuelto.
El añil cristalino
de los tórridos días,
la brillantez de grises
de abundantes nubes destelladas.
El rojizo reflejo de medusas
y los bancos de pargos carmesíes
o el esmeralda de algas, adversario
del turquesa, fulgor del firmamento.
He gozado del mar
sus bolsas de aguas cálidas,
sus refrescantes aguas
cuando arriba el levante.
Luché entre sus corrientes
jugando a capturar mil caracolas,
aprendiendo a nadar en marejada
batallando casi para salir.
También me dió la paz
en la piel sus caricias
como tesoros para un alma joven.
Me adueñé de la dicha
de sumergirme una y otra vez
y nadar sosegada
resbalando en su calma como un pez.
Sentirme casi
en el materno útero de nuevo.